Paseando por el Passeig de la Mare de Déu del Coll, encontramos una maravilla poco conocida: la antigua Casa Josepa Marsans y Peix, actualmente sede del Albergue Mare de Déu de Montserrat.
En mi camino hacia el Parc de la Creueta del Coll, había pasado mil veces por delante sin atreverme a entrar.
Finalmente, un buen dia me decidí y fue genial: paseé, hice fotos y estuve charlando con Miquel, que estaba en la recepción en ese momento. .. Un gustazo!
Desde la acera de enfrente, la Torre Marsans luce como una fortificación medieval de película, con torres de muros robustos de piedra y una entrada que recuerda la de un castillo, sólo le falta el foso de cocodrilos.
La puerta de entrada, con una gran portalada de hierro forjado, abre paso a una amplia subida delimitada por plantas trepadoras. La verdad es que la entrada intimida un poco y, si no sabes que es un espacio público, cuesta arriesgarse a entrar. Con todo, como te decía, un buen dia y sin motivo especial, me arriesgué a entrar (que no sea dicho que me acobardo!).
Subí la rampa, en medio de verdes jardines, y me encontré ante una Torre neoclásica con un espectacular portal de medio punto vidriado. Preciosa.
No obstante, lo más impactante me espera dentro.
Nada más entrar, un pequeño patio interior me llevó en volandas a la Alhambra.
Formado por arcadas de diseño neoárabe que combinan el azul, rojo y dorado, el patio central de la Casa me impactó al primer vistazo.
Es como entrar en el palacio de un sultán, con sus arcadas decoradas con motivos arabescos y sus columnas con escritura árabe. Incluso se puede leer la cita «Alá es grande» en sus capiteles. Eso sí, sólo si sabes leer árabe.
Es tan fascinante que tardé un rato en pensar en subir la vista y fijarme en una preciosa vidrier policromada que adorna el techo.
Entonces, me di cuenta de que la luz se refleja en la magnífica escalera que sube al primer piso y en las columnas, todo de inmaculado mármol blanco. El juego de luz y color es espectacular.
Miquel, en la recepción, me contó que la hija de los Marsans, Josepa, había quedado fascinada con la Alhambra y por eso insistió en que se decorara así, como un homenaje a la gran belleza granadina.
Extraordinario y sorprendente, este patio es el corazón de la Casa y a su alrededor se organizan el resto de estancias, cada una con un ambiente y una decoración totalmente diferenciados.
A mano derecha hay una sala que nos abre las puertas a un mundo romántico y novelesco. La sala está decorada en tonos pastel, con querubines en el techo y adornos florales, y decir que contrasta fuertemente con la intensidad del patio central es quedarse corta.
A mano izquierda, entramos en un ambiente abierto a la naturaleza. Es una sala dominada por una enorme vidriera policromada que da al jardín.
Aquí, la luz y el verde exterior evocan tranquilas tardes de primavera. La verdad es que no me es difícil imaginarme a la familia Marsans descansando en este salón.
En fin, un lujazo de Casa, lo mires por donde lo mires.
Navegando en la web, he leído que la Torre Marsans fue construida en 1907 por el arquitecto Juli Marial Tey, por encargo de la familia Marsans, fundadora de la Banca Marsans y de la primera agencia de viajes de España.

A mí, el nombre de Marial no me sonaba de nada aunque, en su faceta de mestre d’obra, participase en la construcción del Arco de Triunfo, obra de Josep Vilaseca, de la Plaza de toros de las Arenas y del Palau de les Heures, ambos del arquitecto Augusto Font Carreras.
Sin embargo, tengo que admitir que en la Torre Marsans hizo un trabajo impresionante. Ecléctico como pocos, pero de una belleza y una fuerza incuestionable.
Catalogada como Patrimonio Cultural Europeo, la Torre Marsans es, además, toda una demostración del poder económico y el estatus social de la familia.

La Torre Marsans fue concebida para ser la residencia habitual de la hija de los Marsans, Josepa Marsans i Peix. Tristemente, Josepa falleció a los tres años de entrar a vivir en la Casa, casi sin poderla disfrutar.
Entonces pasó a ser propiedad de su hermano Joaquim quien, sin embargo, apenas vivió en ella.
Pero la historia de la Casa no se acaba con la familia Marsans, ni mucho menos.
Durante la Guerra Civil, la Torre Marsans fue expropiada y ocupada por la FAI y, más tarde, transformada en hospital de sangre por la Generalitat.
Acabada la Guerra Civil, se convirtió en caserna para la temida Guardia Mora de Franco. Me cuenta Miquel que, durante ese periodo, la Torre sufrió mucho ya que las tropas acampaban en haimas en el jardín y utilizaban la Casa de cocina. Me los puedo imaginar perfectamente sintiéndose como en su casa con la decoración! Pero todo pasa y esos salvajes también se fueron.
Y llegó la II Guerra mundial. Durante ese periodo, la Torre Marsans fue utilizada de orfanato para niños polacos robados por los nazis. Ésta es toda una historia que merece un post para ella sola. Únicamente decirte, para que te hagas una idea de lo que fue, que, aún hoy, la comunidad polaca se reúne una vez al año en la Torre Marsans para recordar aquella época.

En 1958, el Auxilio Social compró la Casa para instalar un centro de beneficencia para niñas llamado Hogar del Pinar. Y en 1963, lo cedió a las monjas del Sagrat Cor para que instalaran el centro de enseñanza primaria el Hogar Escolar de Nuestra Señora de Montserrat.
Finalmente, en 1983 la Generalitat de Catalunya decidió reconvertir la Torre Marsans para albergar su primer Albergue de Juventud en Barcelona, el Albergue de la Mare de Déu de Montserrat que, a dia de hoy, sigue funcionando.
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