La Avenida Tibidabo, a diferencia de otras zonas residenciales de Barcelona como la Bonanova, ha sabido conservar su patrimonio y el carácter lujoso y exclusivo con el que fue construida. Este éxito es debido, en gran parte, a la propia configuración del proyecto inicial del Dr. Andreu quien, no sólo promovió una preciosa ciudad-lineal, sino que supo adelantarse a sus previsibles problemas, asegurándose el prestigio y la popularidad del Tibidabo.
Todo empezó con él.
Dr. Andreu
Salvador Andreu i Grau había amasado una notable fortuna gracias a su famosas “Pastillas del Dr. Andreu”. Sin embargo, a diferencia de otros, el Dr. Andreu se involucró en la construcción de la nueva Barcelona impulsando diferentes operaciones urbanísticas, desde la reconstrucción del Liceo, hasta la urbanización de Rambla Catalunya o la llegada del ferrocarril a la calle Aragón.
El Dr. Andreu procedía de una familia acomodada pero no rica. Así, para realizar su primer negocio, del que después derivaría su farmacéutica, necesitó un préstamo del que fue avalador su padre. Sin embargo, era un hombre emprendedor, inteligente y capaz de imaginar nuevos proyectos. Y sabía cómo impulsarlos.
Un dia, paseando cerca de su casa en SantGervasi, se fijó en un cartel que anunciaba la venta de la finca el FrareBlanc. La finca se había dedicado al cultivo de la vid y, con la plaga de la filoxera, había perdido gran parte de su valor.
El Dr. Andreu contó a su biógrafo que aquel dia se acercó a la casa el Frare Blanc y dio con una viejecita que estaba sentada al lado del fuego. Al preguntarle por el anuncio, ella respondió “Sí, está en venta pero me parece que no le convendrá. Ya le decía yo a mi marido, que en el cielo está: trabajo tendrán nuestros hijos para deshacerse de ella, cuando sea necesario”.
Esta finca, que empezaba a apenas 200 metros de su casa y se extendía hasta la cima de la montaña, era perfecta para su nuevo proyecto de ciudad-lineal.
Sin embargo, desde un primer momento, el Dr. Andreu vio claro que el éxito de su proyecto de ciudad-lineal dependía de tres factores: asegurar el transporte con la ciudad, asegurar los servicios de agua y luz (una novedad en la época) y asegurarla popularidad de la cima. La nueva ciudad-lineal tenía que ser exclusiva pero popular.

En una de las numerosas veladas artísticas y musicales que dio en su domicilio, su amigo RomàMacaya le comentó que era posible construir un funicular hasta la cima.
De hecho, el Sr. Macaya había constituido en 1881,junto con Josep Carbonell la compañía Ferrocarrils de Muntanya de Grans Pendents (FMGP) que inauguró, en 1892, el funicular de Montserrat.
Un año antes, en 1891, los FMGP ya había presentado un proyecto para unir SantGervasi de Cassoles y la cumbre del Tibidabo. Sin embargo, este proyecto tenía un defecto: no contemplaba la conexión del funicular con la red de tranvías.
Enérgico como era, el Dr. Andreu organizó una reunión entre inversores e industriales de Barcelona para ponerse al corriente de las diferentes propuestas planteadas.
De ahí surgió su proyecto, que mejoraba el de FMGP: urbanizar un elegante paseo, suficientemente amplio para dar cabida a un tranvía. Este tranvía uniría la carretera de la Bonanova con el funicular hacia la cumbre, reduciendo así al máximo del trazado del funicular y con él los costes. Para garantizar el éxti, todo – urbanización, tranvía y funicular-, debían realizarse al mismo tiempo.
La Sociedad Anónima del Tibidabo
Así las cosas, en abril de 1898, Dr. Andreu adquirió una parte de la finca del Frare Blanc.
En febrero de 1899, junto con TeodorRoviralta, Rómul Bosch y Romà Macaya, creó la Sociedad Anónima El Tibidabo, cuya finalidad era «dedicarse a la adquisición, urbanización, explotación, edificación y enajenación de fincas en la montaña del Tibidabo, y construcción de un ferrocarril funicular hasta la cumbre del citado monte».
En junio de ese mismo año, la SA había adquirido la totalidad de la finca y había empezado a urbanizar lo que será “una gran avenida momumental”.
Dos años despues, en 1901, se había urbanizado la Avenida del Tibidabo y se inauguraba el tranvía y el funicular.
¿Cómo se pudo realizar una obra así en tan poco tiempo? Evitando toda traba burocrática y poniendo un ejército de obreros a trabajar.
Así, sin esperar al permiso municipal, la SA Tibidabo contrató a más de 250 obreros que empezaron a remover la montaña. Aunque el Ayuntamiento reaccionó con rapidez, lo cierto es que el Dr. Andreu consiguió llevar a cabo su proyecto de avenida señorial sin mayor dificultad que alguna multa.
El éxito de Avd. Tibidabo
En esa misma época, al otro lado de la riera de Vallcarca, se estaba gestando otra gran ciudad-jardín: el Parque Güell. Sin embargo, este último fracasó mientras que Tibidabo fue un éxito incontestable. ¿Por qué? La clave fue la visión aperturista y moderna del Dr. Andreu.
Así, el Parque Güell nació con vocación elitista y cerrada al mundo. Sin cuestionar su increíble belleza, el proyecto de Gaudí se equivocó al pretender hacer una ciudad-jardín separada del resto de Barcelona: se construyó una muralla que la aislaba, no hubo ninguna preocupación por garantizar el transporte público, ni por electrificar… Además, no hubo implicación de la burguesía, sólo de la familia Güell. Al final, vivir en el Parque Güell resultaba tan complicado, tan caro y tan poco “cool” que sólo se construyó una casa.
Por el contrario, el Dr. Andreu tuvo claro desde el principio que, si quería que su proyecto funcionara, necesitaba que su urbanización tuviera, al mismo tiempo, prestigio y popularidad. Y lo consiguió.
El primer acierto fue proyectar una avenida monumental para edificios de lujo. Para ello allanó en línea recta la parte baja de la montaña, urbanizando una avenida de 20 mt de ancho. Esta medida no fue casual, sino que la tomó del, sobre todo entonces, prestigioso paseo de la Bonanova, recién construido en 1890, y que coincidía con el ancho de las calles del Eixample.
Esta elección no sólo permitió el paso del tranvía, sino que configuró a la avenida Tibidabo como una zona de clase y lujo que se convertiría en la puerta natural del Tibidabo. Tal será su importancia que, años después (1930), provocará la prolongación de la calle Balmes, para garantizar su conectividad.
Pero el Dr. Andreu sabía que con ser elegante no era suficiente, además tenía que ser popular. Así, desde sus inicios la SA Tibidabo defendió la vocación colectiva de su proyecto y acentuó la utilidad del funicular como equipamiento público:
«Aún para las personas a las que su posición social no les permite tener viviendas en barrios lujosos, apartados del centro, la urbanización del Tibidabo ha dado facilidades para realizar excursiones a la montaña, donde se respira un aire puro.»
Sin duda alguna, la clave de esta popularidad fue el transporte. El Dr. Andreu tuvo claro, desde el primer momento, que debía garantizar la comunicación de la cumbre con el sistema de tranvías existente. Y eso es lo que hizo: realizo a la vez la urbanización de la avenida y la construcción del funicular y del tranvía. De esta forma unió la línea ya existente de la Bonanova con la cumbre.
En La Vanguardia de 26 de enero de 1902 podía leerse:
“El tranvía eléctrico que llega a la Bonanova y el funicular del Tibidabo han facilitado extraordinariamente las excursiones a las vecinas montañas. Aquél, aun en los días laborables, lleva llenos sus coches, pues a favor de la facilidad de comunicaciones, muchas de las torres o quinas antes habitadas solo durante la temporada de verano, hoy lo están permanentemente …”
Pero el Tibidabo no sólo se convirtió en una zona residencial de lujo, sino en una válvula de escape de “ese amasijo de casas insalubres, sin sol ni ventilación adecuada” en la que se había convertido Barcelona.
Así, eran muchos los que subían de excursión en búsqueda de “deleitoso atractivos, por la hermosura diáfana de las perspectivas, la templanza del ambiente y los amenos accidentes que surgen al paso”. Tantos eran que “En los días festivos hay empellones en Travesera de Gracia para coger los coches de la línea de la Bonanova”
Sin embargo, hacer depender el acceso a la cumbre del transporte público dificultó mucho el acceso de la clase obrero. Ya entonces, y lo sigue siendo hoy, la combinación tranvía-funicular era cara. De hecho, las tarifas de tranvia más caras eran las de los barrios altos: Sarrià, Sant Gervasi y Horta. Esto hacía que subir al Tibidabo no estuviera al alcance de todos.
Así, si bien es cierto que muchos obreros accedian andando, la realidad es que Tibidabo mantuvo su carácter burgués. Los obreros paseaban por la avenida Paralelo y subían a Montjuic y los burgueses paseaban por el paseo de Gracia y subían al Tibidabo.
Hasta que aparecio el Parque de Atracciones. Pero eso es otra historia.
Información
Dirección: Avenida Tibidabo
Metro: FGC parada Avd. Tibidao
Visitas: Es una calle pública pero el fin de semana se pone a tope de turistas. Entre semana están los colegios. Así que, si quieres estar tranquilo, lo mejor es prontito un domingo.
Mis fuentes: Storify
Mis fotos: Google+
Muy interesante, Natacha, como siempre ;). ¡¡¡Felicidades!!!
Buen trabajo. Ánimo y adelante.
Muuuuuchas gracias Javi!
Se agradecen muchísimo los ánimos!
Estupendas explicaciones!!! Muchas gracias
Gracias a ti por leer!